Momento filosófico I: la música…

Pues sí, he tenido una revelación y la quiero compartir con vosotros. Todo esto viene de las sensaciones que tuve en el Azkena Rock Festival de este año (la crónica, proximamente en estas páginas…).

Como todos los años voy a ese festival, religiosamente pago mi entrada y me preparo para un fin de semana de fiesta y buenos conciertos, con un grupo de amigos tan fieles a este evento como yo y que me permite cargar las pilas para sobrellevar las siguientes semanas de trabajo.

Yo ya he visto muchos conciertos. Muchos, muchos, muchos, muchos conciertos. Siempre he sido un yonki de la música, siempre buscando algo más, algo que aún no conozca, algo que me haga flipar. Por tanto para mí, el mejor plan de una noche de juerga sin duda es un buen concierto y luego ya se verá. Y como llevo así desde los 14 años, pues imagínate la cantidad de conciertos a los que he podido ir…
Y como soy un poco cabezón, pues que no me canso de los conciertos. Y cada vez disfruto más de la música en directo, fíjate tú. Por tanto imagínate lo que supone un festival para el menda… ¡¡¡Muchísimos conciertos todos seguidos!!!

Porque yo no soy de esos que van a los festivales por el rollito y la fiesta, sino por el cartel. Y un buen cartel justifica un buen festival.

¿Y a que viene toda esta paja mental introductoria?, os preguntareis. Y haceis bien en preguntaros, porque igual se me ha ido un poquito la pinza… en fin, todo esto venia al caso porque trataba de poneros en situación, intentaba haceros entender lo que para mi significa la música y que así podais compredender que, en estos tiempos de música sin alma y sin pelotas, en los que cualquiera maciza que no sabe cantar se sube a un escenario y vende un millón de discos, encontrar algo de música de verdad puede suponer una experiencia sin igual para alguien como yo, un pobre friki musical que fantasea con estar en San Francisco en los 60, en Londres en los 70, en Los Angeles en los 80 y en Seattle en los 90.

El hecho de haber ido a tantos conciertos, de tener un conocimiento profundo de la música y los músicos, a veces te hace perder frescura y uno tiende a ser quizá demasiado frio y analítico. La furia adolescente ya pasó y uno se va haciendo viejo, y por tanto ya no estás para pogos en las primeras filas y sí para ver el concierto comodamente apoyado en la barra con una cerveza en la mano. De vez en cuando, te metes en las primeras filas porque te apetece ver bien al grupo o músico en cuestión, y acabas asqueado del niñato saltarín de turno que cada 5 segundos te mete un empujón en pleno extasis fiestero. Y durante el rato que el puto niñato no te está tocando las narices, te dedicas a sacarle defectos al grupo, o a pensar en la crónica que vas a escribir del evento en cuestión.
Y aunque parezca mentira, has disfrutado REALMENTE del concierto en cuestión.

¿Y que ocurre? Pues que hay momentos en los que pierdes todo ese autocontrol y dejas de lado el análisis y te vuelves un feliz descerebrado pegando botes, coreando los temas, y sintiendote de nuevo como aquel dia que tenias 14 años y veis por primera vez al grupo que sea que te estaba flipando en aquel momento, y te sientes sinceramente FELIZ…

Feliz, como un niño pequeño, pasándomelo como nunca. Eso es lo que te tiene que hacer sentir un concierto. Eso es lo que debe saber transmitir un músico. Porque si no, lo que está haciendo encima del escenario es falso, es una impostura, y no tiene ningún sentido. Y por eso me he dado cuenta que hacía mucho tiempo que no me sentía tan feliz, y durante el concierto de Supagroup en el Azkena, lo fui. Y a continuación, los Wolfmother consiguieron que no se me quitara esa sonrisa de la cara, y que gritase como un energúmeno durante cada tema. Y solo por eso mereció la pena el festival. Y necesito más….

Espero seguir sintiendo eso mismo año tras año, concierto tras concierto. Cierto es que estos dos grupos jóvenes me dieron esperanzas, me hicieron pensar en que todavia hay gente que hace música con alma y con pelotas, y que la música aún tiene futuro…

He dicho.

Escuchando: Bruce SpringsteenEyes On The Prize (We Shall Overcome: The Seeger Sessions)

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